viernes, 7 de noviembre de 2008

GRACIAS POR LOS COMENTARIOS DOCTOR SORIANO

No se preocupe, no estoy desanimado, al contrario las criticas me hicierón pensar que mi proyecto es interesante, es por ello que se hicieron muchos comentarios. Cabe mencionar que no todos fuerón negativos, hubieron quienes apoyaron mi propuesta. Estoy investigandó el máximo de información para publicarlo.
Mi propuesta va a ser dirigida a madres solteras en general. Sin importar si son viudas, divorciadas o concibieron un hijo en otra circunstancia. Lo que si tomare en cuenta es el rango de edad para los hijos ya que será para quienes tienen hijos menores de 18 años, o hasta 23 años cuando aun están estudiando.
Los estudios señalan que las madres solteras tienen más conflictos con sus hijos, y los supervisan menos, que las casadas. Al llegar a adultos, los hijos de parejas casadas aseguran, por regla general, disfrutar de mayor unión con sus madres que los hijos de parejas divorciadas. En un estudio sobre una muestra representativa de la población de Estados Unidos, el 30% de los jóvenes de padres divorciados afirmaban tener malas relaciones con sus madres, frente al 16% de los hijos cuyos padres seguían casados.
La relación con el padre corre un riesgo todavía mayor. El 65% de los jóvenes de padres divorciados tienen malas relaciones con ellos, mientras que si el padre sigue casado, la proporción es el 29%. En general, los niños cuyos progenitores se divorcian o no se casan ven a sus padres con menor frecuencia, y sus relaciones con ellos son menos cordiales que las existentes entre hijos y padres cuando estos están casados y mantienen el vínculo. El divorcio parece tener efectos más negativos sobre las relaciones entre padre e hijos que el proseguir un matrimonio infeliz.
Mayor seguridad económica. La cohabitación no es el equivalente funcional del matrimonio. En conjunto, los miembros de parejas de hecho en Estados Unidos se asemejan más a las personas solteras que a las casadas, por lo que respecta a salud física, bienestar emocional, salud mental, patrimonio e ingresos. Algo similar se observa en los hijos de estas parejas: por su situación se parecen más a los hijos de familias monoparentales (o de padres que han vuelto a casarse después de un divorcio) que a los de padres casados y no divorciados. El matrimonio es una especie de seguro contra la pobreza de madres e hijos. Las investigaciones han mostrado de forma sistemática que tanto el divorcio como el tener hijos fuera del matrimonio hace que madres e hijos queden más desprotegidos económicamente. La influencia de la estructura familiar sobre la situación económica es considerable, aun después de descontar los efectos de otros factores, como la raza o los antecedentes familiares. Los cambios en la estructura familiar son una causa importante de que las personas caigan en la pobreza (si bien el descenso de los ingresos del cabeza de familia es la primera de todas). Lo que más hace subir la tasa de pobreza infantil es el aumento de familias monoparentales. Cuando los padres no se casan o el matrimonio se rompe, es más probable que los hijos sufran pobreza grave y persistente. La mayoría de los hijos extramatrimoniales pasan al menos un año en situación de pobreza extrema (ingresos familiares por debajo de la mitad del mínimo oficial). El divorcio, además del nacimiento de hijos fuera del matrimonio, tiene parte en ello: entre una quinta y una tercera parte de las mujeres que se divorcian caen en la pobreza tras la ruptura. Por término medio, los matrimonios crean más riqueza que las parejas de hecho o las familias monoparentales, en todos los tramos de renta. No es solo porque los matrimonios pueden contar con dos fuentes de ingresos; también se debe a algunas de las razones que hacen a los consorcios, en general, económicamente más eficientes: economías de escala, especialización, intercambio... Asimismo parece influir que el matrimonio fomenta la salud y la productividad, así como la acumulación de riqueza (por ejemplo, comprar una casa). Además, los casados reciben más ayudas económicas de los padres que las parejas de hecho; las madres solteras no reciben casi nunca ayuda económica de los parientes del padre.
Notas y drogas el divorcio o la cohabitación sin vínculo de los padres tiene una repercusión negativa, importante y duradera sobre el rendimiento académico de los hijos. Los hijos de padres divorciados o no casados obtienen peores calificaciones, y presentan mayor probabilidad de repetir curso y de no terminar la enseñanza secundaria. Estos efectos se dan con independencia de la raza o los antecedentes familiares. Los hijos de divorciados alcanzan un nivel de instrucción también inferior al de los hijos de viudos o viudas. En general, los hijos de padres casados de nuevo tras un divorcio no obtienen mejores resultados que los de madre soltera. Existe una relación entre matrimonio y tasas bajas de consumo de alcohol y drogas, tanto en adultos como en adolescentes. Los casados, hombres o mujeres, presentan tasas menores de consumo y abuso de alcohol que los solteros. Lo confirman varios estudios que han seguido la trayectoria de los sujetos durante años: los jóvenes que se casan tienden a reducir el consumo de alcohol y drogas. También los hijos de padres casados presentan tasas más bajas de consumo de drogas, con independencia de los antecedentes familiares. La proporción de adolescentes que han probado la marihuana se duplica entre los que viven en familias monoparentales o recompuestas, y se triplica en el caso de los que viven sólo con el padre. Los adolescentes cuyos padres permanecen casados son los menos inclinados a fumar o beber. Los datos obtenidos por la Encuesta Nacional de Hogares sobre Consumo de Drogas muestran que -con independencia de la edad, la raza, el sexo y los ingresos familiares- la probabilidad de consumir drogas, alcohol o tabaco es claramente inferior para los adolescentes que viven con padre y madre naturales. ¿Por qué la desintegración familiar favorece el consumo de drogas por parte de los adolescentes? Probablemente por muchos motivos, entre ellos que hay mayor tensión en la familia, que los padres vigilan menos y que se debilita la unión afectiva con los progenitores, en especial con el padre.
Matrimonio y buena salud las personas casadas, tanto hombres como mujeres, disfrutan en general de mejor salud que las solteras o divorciadas. Parece que los casados llevan mejor la enfermedad, vigilan más el estado de salud del otro, tienen mejor situación económica y viven de manera más sana que las personas solteras en condiciones similares. Un análisis de datos tomados de la Encuesta de Salud y Jubilación de los Estadounidenses compara el índice de enfermedades graves y de incapacidad funcional entre 9.333 personas de 51 a 61 años, distribuidas en distintos grupos: casadas, con pareja de hecho, divorciadas, viudas y solteras. "Sin excepción -aseguran los autores-, las personas casadas presentan las tasas más bajas de morbilidad en cada una de las enfermedades, minusvalías, problemas funcionales y discapacidades". Las diferencias que marca el estado civil con respecto a las discapacidades seguían siendo "espectaculares", con independencia de la edad, el sexo y la raza u origen étnico. Los hijos de divorciados presentan tasas más elevadas de trastornos psicológicos y enfermedades mentales.Por lo común, el divorcio somete a los hijos a un golpe emocional considerable e incrementa el riesgo de enfermedad mental importante. Dichos peligros para la salud mental no se desvanecen poco después del divorcio. Al contrario, los hijos de padres divorciados siguen, en su vida adulta, expuestos a mayor riesgo de depresiones y otras enfermedades mentales: en parte, porque no llegan tan lejos en los estudios y porque presentan mayor probabilidad de divorciarse, de tener problemas conyugales y de sufrir dificultades económicas. Parece que los efectos psicológicos del divorcio varían según la intensidad del conflicto entre los cónyuges. Cuando el conflicto matrimonial es fuerte y prolongado, el divorcio supone un alivio psicológico para los hijos.No obstante, es necesario investigar más, pues parece que la mayoría de los divorcios tienen lugar en matrimonios con conflictos de baja intensidad. Las madres casadas presentan menores índices de depresión que las madres solteras o las que cohabitan. Un estudio realizado entre 2.300 adultos residentes en zonas urbanas concluyó que, para los padres de niños en edad preescolar, el riesgo de depresión era bastante mayor en las madres solteras que en las casadas. El matrimonio reduce el riesgo de depresión incluso en las madres menores de veinte años. En una muestra nacional de mujeres de 18- 19 años con un hijo, el 41% de las solteras de raza blanca presentaban síntomas de depresión, frente al 28% de las madres casadas de raza blanca con la misma edad. Los estudios que siguen la trayectoria de jóvenes durante años permiten saber qué les ocurre cuando se casan, se divorcian o permanecen solteros. Se comprueba que el matrimonio favorece el bienestar mental y emocional tanto de hombres como de mujeres. El informe insiste en la depresión materna porque es, a la vez, un grave problema de salud mental para las mujeres y un grave factor de riesgo para los hijos. Además de que las madres solteras tienen mayor probabilidad de sufrir depresión, las consecuencias de la depresión materna para el bienestar de los hijos son más agudas en los hogares monoparentales, probablemente porque la madre o el padre solo tiene menos apoyo y porque los hijos tratan menos con el otro progenitor, el no deprimido.

martes, 4 de noviembre de 2008

respuestas a algunas preguntas en mi presentacion

¿QUE ES UNA MADRE SOLTERA?
- se le llama soltera a una mujer que vive en situacion que la obliga a cargar con la crianza de los hijos y el manejo del hogar sin la compañia o apoyo de un compañero o esposo


- La legislación actual destaca que se "entiende por madre soltera o sola a la mujer soltera, abandonada, separada, viuda o divorciada que cría de sus hijos sin la presencia física ni el apoyo económico del padre o de cualquier otro varón"

¿PORQUE ES UN PROBLEMA SOCIAL?

La familia constituye el núcleo fundamental de nuestra sociedad. Es a través de ella que la organización social de nuestro Estado encuentra las bases necesarias para un adecuado desarrollo, basado en principios y valores que permitan una mejor convivencia entre los individuos.
Es en la familia y en el hogar donde se crea un espacio social en el que la población se agrupa y se organiza a partir de una aspiración de vida en común. Ahí, las personas comparten sus recursos y resuelven sus necesidades y conflictos, a la vez que transmiten y actualizan un conjunto de valores y creencias que les otorga sentido de unidad, pertenencia e identidad, brindando sustento a sus trayectorias vitales.
Sin embargo, la realidad mexicana nos muestra una sociedad cuyas familias se desmiembran cada vez más y en donde la mayoría de las veces son las mujeres las que tienen que encargarse solas del cuidado y mantenimiento de los hijos.
El INEGI señala que de los 22.8 millones de mujeres mexicanas que son madres, casi 40 por ciento trabajan y 22 por ciento son consideradas madres solas. Son solteras, separadas, divorciadas, viudas o literalmente abandonadas, y desarrollan actividades económicas, educativas y recreativas, además del convencional cuidado de los hijos, de otros miembros de la familia y las labores domésticas. Según el mismo organismo, proporcionalmente son las madres solteras quienes más participan en el mercado laboral con un 70.8 por ciento y, del año 2000 al año 2005, la tasa de crecimiento de los hogares con jefa femenina fue de 3.9 por ciento.
esta iniciativa va dirigida a las madres solteras que asumen en solitario las funciones parentales, las tareas domésticas, las responsabilidades en la educación y el peso de ser la única fuente de ingresos de la familia. Generalmente esta sobrecarga de tareas las condena a la ausencia de vida personal y la presión de la familia de origen contribuye a empeorar esta situación, obligándolas al aislamiento ya generar sentimientos de soledad y abandono. La sociedad actual no rechaza como antaño a la madre soltera de forma explícita, como pecadora o inmoral, pero muchas madres solteras perciben un rechazo encubierto debido a su estigmatización como incultas y analfabetas; no se les tiene en cuenta en ningún sitio, ni se respetan sus derechos a nivel familiar y social. Sistemáticamente perciben este rechazo cuando tratan de acudir a las instituciones en la búsqueda de ayuda para solucionar sus conflictos, no sólo económicos, sino también legales, al encontrarse con una serie de obstáculos para acreditar la maternidad única de su hijo, inscribirlos en las escuelas, entre otros muchos